Sunday, January 11, 2009

Pollo 3C



Suena raro pero desde que llegué a Irlanda he estado bastante expuesto a la comida asiática principalmente la del subcontinente Hindú, osea la India sin H. No es que sea un experto en la materia pero es obvio que al ser un territorio tan extenso, como Argentina pero sin las empanadas, tiene una gama casi infinita de tipos de cocina por cada región, variando sensiblemente desde el sur al norte de acuerdo también a las condiciones climáticas y la disponibilidad de ciertos ingredientes y especias, como ser yoghurt en el norte, arroz y coco en el sur, etc, ponele, como dije no soy un experto, yo abro la boca y saboreo nomás.
No todos los platos son picantes aunque puedan serlo, en general se modifican para el agrado de los comensales del momento.
La cosa es que la cuisine hindú es mucho más florida que la irlandesa, de eso no hay dudas, e incluso que la inglesa, por eso hay tantos restaurantes y rotiserías en el territorio británico. Digamos que le ponen color, sabor y buenos precios a la cosa, de lo contrario estaríamos comiendo cordero y papas en todas sus variantes en el mismo plato, todos los días.
De su riqueza de sabores a mi me ha quedado el uso de un par de especias que he usado en este sencillísimo plato que cualquier bestia como yo puede hacer: cardamomo, cúrcuma y clavo de olor.
Las semillas de cardamomo son una cosa bien rara, el aroma es indescriptible por decir que no se puede describir y es necesario persionarlas un poco hasta quebrar apenas la cubierta exterior y de esta manera liberar todo su perfume. Los egipcios ya la usaban para lavarse los dientes y es una especia popular en los paises nórdicos desde que los vikingos la importaran desde Constantinopla hace ya unos mil años.
La cúrcuma es un polvillo anaranjado que tiñe todo lo que toca y se puede usar para dar color, además de aroma, en un arroz o en este caso, broncear la pálida piel del pollo albino. Se usa también para teñir tejidos en la India, con eso te digo todo. La cúrcuma ha sido siempre una especia de alternativa más barata al azafrán, así que partiendo del Sabor 15 se pueden hacer una idea.
El clavo de olor apenas lo usamos pero complementa muy bien el tridente. Dicen también que los romanos los usaban para remachar escudos cuando no había otra cosa a mano pero no tengo datos concretos al respeto, se ve que los escudos mucho más no duraban.

Manos a la obra:


Primero se calienta aceite, se echan unos dientes de ajo, se apoyan las presas de pollo y se van dorando de los dos lados. Se echa sal, pimienta, las semillas de cardamomo (cinco o seis, previamente partidas), los clavos de olor (no muchos, cuatro o cinco) y por último se rocía el pollo con la cúrcuma (una cucharada sopera al ras) para que se termine de dorar el todo. Si se quiere hacer más picante se puede echar jenjibre o pimienta de cayena o más pimienta blanca o molida, lo que sea.
Se retiran las presas luego de haberlas dorado bien de los dos lados y se dejan a un lado pero sin desdeñarlas y en el líquido resultante se doran unas cebollas finamente picadas y unos champignones que, al estar listos, se vuelvan sobre una fuente a modo de colchoneta sabórica donde reposará su último sueño oriental, el pollo.
En este caso he utilizado muslos porque me pueden, pero si quiere la pata entera o una buena pechuga, dele nomás con ganas.

En este punto nos quedaría todo así: una fuente con las cebollas, los champigñones y lo que quedó del liquido y sobre esto las presas de pollo. Volcamos unas cebollas enanas, si son tipo pickles dan un sabor extra, el del vinagre que no queda tan mal, pero mejor si usa cebollitas al natural.
Metemos todo al horno unos 30 minutos, evitando que no se queme nada pero que el pollo quede en su punto justo, ni seco ni sanguinolento como recién sacrificado a los dioses.
Y eso es todo, no hay mucho más, se pueden como siempre cambiar las proporciones de los ingredientes, agregar más cantidad de una u otra especia, hacer todo más picante o no, incluso se podrían agregar unas arvejas para contrastar el amarillo con el verde, etc, como siempre lo que me parece es que cada receta es en realidad una base, como en el origami, para saltar hacia otra radicalmente diferente o más completa.
Pero al final todo depende de lo que tengamos en la heladera, en la alacena y en el tachito de las especia
s.
Exitos y, como dicen en la India: Comé con pan, nene.

Sunday, January 04, 2009

Petites bombeaux de crème.

O profiteroles, si prefiere. La palabra profiterol viene del francés y significa "pequeña ganancia", vaya uno a saber por qué, pero si los franceses le dicen pequeña muerte a la culminación de la faena amatoria, entonces es que pueden bautizar cualquier cosa como se les cante el moño.
Lo importante es que están hechos con una masa que se llama choux (repollo) y son muy fáciles de hacer. Esto ya me lo había advertido una amiga hace tiempo pero no le creí porque parece imposible que se pueda hacer algo tan delicado y delicioso de manera tan simple e incluso con mis torpes habilidades. Pero ayer decidí romper con los moldes sociales y preconceptos y probar la receta.
La moraleja es que hay que creerles a los amigos y que aquello que parece difícil a menudo no lo es. Ya estamos listos para el capítulo de He-Man.
No voy a copiar la receta acá porque la saqué del formidable blog de Adela, así que vayan ahí para los detalles. Gracias, Adela, por la receta.

Si lo que quiere es impresionar a su media toronja de facto o por caer, esta es la receta que lo convertirá en el héroe de la jornada. Es sabido que las minas mueren y hasta matan por los profiteroles bañados en chocolate. Famoso es el caso de la cortesana Coralin DuPont mandada a decapitar por María Antonieta de las Nieves cuando descubrió que la susodicha le había manyado unos profitelores a la Parisienne que tenía reservados para el mate.
No compre entonces ese perfume o ese diamante, siga estos consejos (y de paso ahorre plata) y vea como caen rendidas a sus pies o en sus sucias garras, depende de qué tipo de conquistador sea usted.

Algunos detalles: yo no agregué los huevos uno a uno si no que los mezclé antes en un recipiente y luego heché la mezcla poco a poco. Durante el volcado del huevo parece que la masa se acaba de arruinar pero si se sigue mezclando se arregla sola y se emprolija así sin chistar. La masa resultante la verdad que no dice nada, pero el resultado se ve después de la horneada donde los bombeaux crecen al doble de su tamaño original.
Para armarlos y rellenarlos compré una especie de jeringa plástica con diferentes boquillas, una de ellas una especie de aguja que sirvió para inyectar la crema chantilly y rellenarlos. Muy útil utensilio; para este trabajo lo recomiendo más que a una manga.

Al momento de armarlos a partir de la masa también usé la jeringa y no los armé tan grandes pero sí los hice a todos del mismo tamaño (apenas más chico que una pelotita de ping-pong). He aquí un documento fílmico al respecto:



Para el baño de chocolate, eso, chocolate lo más puro posible y derretido en baño María, como bien me indicó un comensal anónimo al ver cómo se me quemaba el chocolate puesto así sin más en una olla sobre el fuego. Osea, baño María si o sí o a fuego muy bajo o el chocolate se quema.

Se pueden probar otros muchos rellenos, todo depende de su imaginación y sus sucias intenciones. Usted podrá decir que con un nombre así esto de obrero no tiene un gramo pero se equivoca como siempre, no hay nada más obrero y anarquista que una buena bomba.

Y para bajar y ayudar a los órganos internos, nada mejor que un fresco té de menta a la manera turca, es decir en vasos de vidrio pequeño y con hojas enteras, nada de saquito.

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